El uso de la tecnología para ganar elecciones
«Estoy hablando de alterar la matriz de la política” es la frase que Dominic Cummins espeta a la vieja guardia conservadora inglesa en una película imprescindible para cualquier interesado en las campañas políticas actuales, Brexit: The Uncivil War. Y efectivamente, la campaña del Brexit marcó un antes y un después en la concepción de las campañas políticas y en la utilización de la tecnología para ganar elecciones.
Como afirma el ficcionado Cummings, esta audiencia genera un ruido al que hasta el momento nadie está prestando atención. Tres son los puntos clave que destaca del Brexit y que podemos hacer extensibles: targetización de votantes, polarización de la población y ruptura del sistema establecido. Hace varias semanas un titular de la prensa nacional llamaba mi atención, hablaba de diez mil soldados ofrecidos por Rusia al gobierno de Cataluña. Inmediatamente Stalingrado y varios fotogramas de Enemigo a las puertas llegaron a mi mente recreando esa atmósfera húmeda y sucia de una trinchera en tiempo de guerra. Sin duda está claro que no son estos soldados a los que hace referencia el titular, se trata más bien de infantería tecnológica informatizada.
Está claro que el campo de batalla ha cambiado. La incorporación de la tecnología a los procesos electorales provoca interés y preocupación a partes iguales. Además, la escala de integración es tremenda, desde simples procesadores de texto a procesadores de datos a gran escala que permiten la hipersegmentación de mensajes para audiencias concretas.
La tasa de innovación tecnológica es muy alta y exige una evaluación constante. La tecnología expande nuestras fronteras y abre nuevas posibilidades en los procesos electorales. Obviamente, entrañan algunos riesgos, fundamentalmente relacionados con la transparencia y con las dificultades para auditar los resultados.
La tecnología expande nuestras fronteras y abre nuevas posibilidades en los procesos electorales
“There’s no play book”, afirma uno de los asesores del Primer Ministro británico en la serie de ficción y culto Black Mirror. Con Internet y con la tecnología para ganar elecciones estamos ante un escenario virgen en el que poco a poco vamos apreciando huellas en forma de experiencia electoral.
Vayamos a un ejemplo concreto. Hemos vivido en los últimos meses el proceso electoral más pintoresco de la historia, el que ha enfrentado a Trump y Biden por el trono de los EE.UU. Nos situamos en el estado de Florida, en la ciudad de Miami. ¿Cómo activar el voto latino?
Buscamos los temas de conversación de un latino que ha abandonado su país de origen, buscamos los asuntos sensibles que funcionan como palanca para la movilización. Aquí juega un papel fundamental la tecnología, las redes de comunicación digitales que permiten un minucioso estudio para segmentar la población y establecer un mensaje preciso por cada grupo de votantes. En este caso, un alto porcentaje de población del estado proviene de Cuba y Venezuela, llegaron a las costas de Florida buscando ese american dream que tantas historias ha tejido en Hollywood; huyen de regímenes totalitarios de izquierdas que limitaban sus negocios y sus aspiraciones vitales. A este segmento de población le importa poco que se construya un muro en México o los problemas raciales y del Me too de los que tanto se ha debatido en Europa. Les importa su familia, salir adelante, que sus hijos estudien en la Universidad, si van a tener trabajo y cuánto les van a pagar por desempeñarlo. Trump, a pesar de su aspecto y sus formas estrafalarias, ha respondido a sus inquietudes y ha tratado los temas que importan a este segmento de población. No solo ha ganado el estado de Florida sino que ha aumentado significativamente el número de votos que ha logrado respecto a las elecciones de 2016.
Sin duda, afirmamos, con acento británico: There’s (still) no play book cuando se habla de tecnología aplicada a política.
Fuente: Club Influencers